Cuando lo invisible deja marca: La Vida Invisible de Addie LaRue
La Vida Invisible de Addie LaRue
Un libro de V. E. Schwab, publicado en octubre de 2020. Una historia sobre una chica, un chico, y un demonio.
Never pray to the gods that answer after Dark.
Nunca reces a los dioses que responden tras caer la noche. Fue la advertencia que Estele, la mujer solitaria y excéntrica ante los ojos del pueblo, le dio a Addie.
Addie, que era una soñadora.
Addie, que aprendió a conocer también a los viejos dioses.
Addie, que lo único quería era vivir.
Addie, que no quería ser enterrada en los mismos metros de tierra que había vivido.
Addie, que era una mujer joven y bella en la Francia de 1700, y por lo tanto debía casarse y vivir la vida a que estaba destinada.
Addie, que desesperada y sin quererlo no advirtió la amenaza, y obtuvo su deseo a cambio de su alma.
“A dreamer,” scorns her mother.
A dreamer,” mourns her father.
“A dreamer,” warns Estele.
Still, it does not seem such a bad word.
Francia, 1714. Una joven escapa de su destino a una vida monótona y hace un pacto con un dios, o un diablo, o una fuerza de la oscuridad tal vez. A cambio de vida eterna Addie entrega su alma a este ser fantástico que acudió a sus plegarias tomando la forma física del extraño que ella imaginaba. Pero la semántica es muy importante a la hora de pedir deseos, y aunque Addie vivirá por siempre, jamás podrá ser recordada, no podrá dejar marca. Y así su deseo se convierte en una maldición.
What is a person, if not the marks they leave behind?
Addie pasará 300 años luchando por ser recordada. Los primeros años son difíciles, pero aprende a testear los límites de su maldición. Conoce el dolor de la pérdida, una y otra vez, sumergida en ámbar mientras repite la misma historia. Conoce gente, se divierte, se enamora, pero tan pronto como parten sus ojos de ella, la olvidan.
Los siglos siguientes también son difíciles, pero aprende a testear los límites de su maldición. Conoce el dolor de la pérdida, una y otra vez, sumergida en ámbar mientras repite la misma historia. Conoce gente, se divierte, se enamora, pero tan pronto como parten sus ojos de ella, la olvidan. La única constante en su vida es Luc, quien busca atormentarla para que le rinda su alma.
Y es Luc quien, sin percatarse, le da una pista esencial a Addie. Las ideas son mucho más salvajes que los recuerdos. Y aunque no pueda ser recordada, Addie encuentra la forma de dejar marcas desparramadas en el mundo, no son de ella, no propiamente, pero puede inspirarlas. Puede ser la musa que los artistas veneran y luego olvidan, pero a quien ya han rendido tributo.
Addie pasa los años dejando huellas invisibles, hasta que un día, en una pequeña librería en Brooklyn, alguien finalmente la recuerda. Henry.
Henry, que recuerda quien es Addie.
Henry, que nació con el corazón abierto.
Henry, que siente demasiado.
Henry, que ya no sabe cómo aplacar las tormentas que lo amenazan.
Henry, que, desesperado, no terminó de comprender la amenaza.
Y este es un principio de un final.
Esta historia es hermosa, y sé que mi amor por Victoria Schwab jamás me permitirá ser objetiva, pero es una historia de romance con la vida, con lugares, con la historia mientras está siendo escrita, y, por qué no, con la propia oscuridad.
La historia alterna entre el pasado y el presente, lo que hace que vayamos descubriendo, conectando, entendiendo los retazos de la vida de Addie. Pero está narrada en presente, y esto es esencial, porque lejos de ser sólo una elección llamativa de narrativa, es parte del corazón de la historia. Porque Addie, que lleva 300 años viviendo sin que la vean, que vive cada momento como si fueran todos a la vez, no tiene pasado y no tiene futuro. Sólo tiene presente. El presente es el tiempo de Addie, y tiene todo el sentido que su historia esté narrada en él.
Una de las razones por las que Victoria Schwab resuena tanto conmigo es por lo bien traducidas que están la ansiedad y la soledad en sus historias (two old friends of mine), y en Addie podemos ver eso en el centro. Este libro es muy personal para Victoria, ella misma lo ha dicho en muchas oportunidades. Y yo también lo siento muy personal. Puedo conectar con Addie, puedo conectar con Henry, con sus miedos, sus incertidumbres, sus deseos. Sus tormentas.
Esta historia es una danza con tus más oscuros deseos. Una historia de poder, de trampas y engaños. Y también es una historia de amor con la vida y el arte y todas esas cosas bellas que no cambiaríamos aunque suframos por ellas.
La Vida Invisible de Addie LaRue no es para todos los gustos, aunque para mí nunca nada lo es. La historia tiene un ritmo lento, especialmente al principio. Se toma su tiempo para dejarse conocer y asentarse en nosotros. Al alternar entre el pasado y presente, el desarrollo de los personajes no es tan directo, hay que unir las piezas que los llevan a ser quienes son en el momento final donde los encontramos. Personalmente a mí eso me encanta, pero no creo, por ejemplo, si sos de los que dicen que en el episodio 8x02 de Game of Thrones (el único bueno de esa temporada) no pasó nada, te guste mucho el ritmo de Addie.
Pero si querés leer sobre un romance con la vida y la muerte, sobre la soledad, las decisiones que Podemos tomar en nuestros momentos más bajos; si querés conocer a una chica que ya no es una chica, pero se aferra desesperadamente a la humanidad que le queda; si querés conocer un chico que siente demasiado y ya no sabe cómo bajarle el volumen al mundo; y si está dispuesto a quizás encontrarte con tus propios demonios, entonces probablemente no te arrepientas de elegir este libro.
Creo que habrá que esperar para ver si La Vida Invisible de Addie LaRue deja la marca en el mundo que su protagonista tanto anhela. Pero por mi parte, yo voy a recordarla.
Y nunca reces a los dioses que responden cuando cae la noche, pero si lo hacés, recordá que las ideas son muchos más salvajes que los recuerdos.
Comentarios
Publicar un comentario